martes, 23 de octubre de 2012

Mis influencias parte 3 (Puzo)



     Otra gran influencia en mí fue El padrino, una novela de género criminal escrita por el escritor italoestadounidense Mario Puzo que publicó G.P. Putnam´s Sons en 1969. Detalla la historia ficticia de una familia de la mafia siciliana asentada en Nueva York, encabezada por Don Vito Corleone. Existe una adaptación cinematográfica altamente conocida del mismo nombre, dirigida por Francis Ford Coppola con Marlon Brando como el padrino, Al Pacino como Michael Corleone, James Caan como Sonny Corleone, Robert Duvall como Tom Hagen y una larga lista de partícipes que lograron una de las mejores cintas estadounidenses no sólo acerca de la mafia y/o del género criminal sino de la cultura cinematográfica general a nivel mundial.
     Sin embargo, a pesar de que la cinta es maravillosa y es de esas joyas del cine que no puede uno dejar de ver y se repite una y otra vez cada vez que se le halla en la televisión, en esta ocasión no hablaré de ella sino del libro; es más no hablaré mucho del libro sino de unos aspectos en particular.
     Para empezaré diré que Mario Puzo no influyó en mí fuertemente, ni en sus personajes o en sus temas. Es más debo ser honesto y diré que de Puzo sólo he leído El Padrino y aunque he intentado leerle La Mama, y El Siciliano, por equis razón no he podido terminar ninguno de los dos libros—ya sea porque me interrumpen y el trabajo me saca de la lectura, o porque me los han pedido prestados o por cualquier otra razón—. Es claro decir que el tema de la mafia—ya sea siciliana, china, rusa, japonesa o mexicana—no es algo que se aborde en mis historias. No conozco nada de ese medio (salvo lo que he leído de la cultura asiática donde conozco un poco de las triadas[1] y de los Yakuzas[2]), y no es un tema que me interese mucho abordar. No, lo que yo escribo inspirado o influenciado por El padrino es su estilo narrativo.
     Al igual que Clifford D. Simak, Mario Puzo escribe de una manera amena y ligera; tiene una gran agilidad de expresión por lo que la lectura es, no sólo agradable, sino interesante y fluida. El Padrino se puede leer de una sentada, más de una vez. Incluso aunque se conozca la historia y se haya leído unas tres veces, en El padrino su narración es tan deliciosa que sin darse cuenta uno se puede quedar las horas leyendo la vida criminal de la familia Corleone sin darse cuenta. Y especialmente algo que gozo de la novela es la frase o párrafo final de cada uno de sus capítulos. Puzo al final de los episodios no sólo expone una frase que parece resumir lo que se ha visto sino que expresa lo que vendrá a continuación de una amanera tan exquisita que atrapa al lector y lo obliga a continuar la página, a devorar el siguiente capítulo para hallarse con una frase final tan excelente que le exige una vez más a seguir leyendo. Es precisamente ese estilo: esa existencia de frase contundente, original y atrapante de Mario Puzo la que influyó en mi literatura.
     No sólo se trata de escribir amenamente, con una tema inteligente o interesante, sino atrapar al lector y sepultarlo sin darle tiempo a escapar hasta que termine el libro.
     No lo hago siempre, depende de la historia, depende del género. Ese estilo lo utilizo más en las novelas que en el cuento. No en todas, repito, pero sí busqué hacerlo en K. —una historia policiaca de género criminalística cuya sinopsis es la siguiente: En la Praga de 1922 un asesino serial aniquila catedráticos de ciencias exactas, por alguna razón extraña la ley toma por sospechoso al escritor Franz Kafka, éste, siendo abogado, al darse cuenta que será castigado sea o no culpable, junto con Milena Jesenská, decide atrapar al asesino a través de pistas que no son otra cosa más que teorías matemáticas.
     Sólo el lector podrá decir abiertamente si logré atraparlo en los finales de cada capítulo de la obra, pero que dos o tres personas me hayan dicho que les encantó tanto que no pudieron dejarla—incluso la leyeron en una sola noche—, bueno, siento que lo logré. ¿Qué opinan?



[1] Tríadas es un término genérico para designar a ciertas organizaciones criminales de origen chino que tienen su base en Hong Kong, Taiwán y la China continental, así como ramificaciones entre sectores de las diversas diásporas han.
Se dedican al tráfico ilegal de personas, la falsificación de tarjetas de crédito, los talleres clandestinos (generalmente del textil), la falsificación, venta y distribución de todo tipo de productos, la prostitución, las clínicas ilegales, muertes por encargo, etc. Blanquean en otros países los beneficios de la heroína que introducen en Estados Unidos desde sus campos en Tailandia y Laos.
[2] La yakuza (やくざ) es el equivalente japonés del crimen organizado; es una mafia japonesa que data del siglo XVII..

No hay comentarios:

Publicar un comentario