sábado, 6 de junio de 2015

“As the Gods Will”




Takashi Miike es bien conocido por su cine bizarro, controversial y gráfico con escenas que van desde sexo zoofílico; asesinatos con dardos soplados desde una vagina menstruando;  un bully raspándole el excremento a un pobre tipo de su escuela; un colegial golpeando a su mamá desquitándose porque a él lo golpean mientras los demás miembros de su casa lo permiten; un hombre rebanado desde la cabeza hasta la ingle; película de zombies musical con animaciones de 24 cuadros por segundos; etcétera.
Es un director prolífico—de 1992 al 2002 realizó unas 25 cintas—que lleva más de 90 películas en su haber las cuales todas tienen algo polémico y extraño, que causa aberración o gusto por igual. Su cine no es para todos, , como anécdota está el haber participado en la serie de Televisión Masters of Horror a lado de directores como Joe Dante, Darío Argento, Don Coscarelli, Tobe Hooper, Stuart Gordon, John Carpenter, entre otros. En dicha serie les dieron libertad creativa y ligeras restricciones de contenido sexual y violento—no desnudos frontales y no violencia relacionada con niños, fuera de eso todo lo que quisieran—. Miike realizó “Imprint”, basada en un cuento tradicional japonés, “Bokkee Kyotee”, por Shimako Iwai. Incluyó representaciones gráficas de violencia, tortura femenina, fetos abortados que él consideraba “suave” y “socialmente aceptable”, que estaba entre la libertad y los cánones de violencia admisibles para la audiencia occidental. Empero cuando mostró el capítulo a Mike Garris, creador y productor de la serie, consideró que era demasiado perturbador para salir al aire. Fue el único de la serie que no se transmitió en Estados Unidos. Garris mencionó que el episodio era “asombroso pero muy difícil, incluso para mí, de ver… definitivamente el filme más inquietante que he visto”.
[Cabe mencionar que no llamaron a Miike para la segunda temporada.]
Con eso no es difícil imaginar qué clase de cine realiza—o quizá sí lo es. Mike Garris no pudo imaginarlo—. Prefiere filmar en Japón donde tiene total y absoluta libertad y los estándares de violencia y sexo son menos exigentes para lo que él filma. Hace cine de terror duro japonés y es brillante en eso. Lo adoramos y cada película que sale al año con su nombre nos hace girar a verla y no nos decepciona.
En esta ocasión As the Gods Will no es la excepción—no conozco el nombre en español, ni siquiera sé si será estrenada en países de habla hispana.
Para reseñar As the Gods Will podría decir que es una película de survival, más parecida a Battle Royale que a Backcountry. Sus protagonistas—jóvenes estudiantes de bachiller—participan en un juego mortal donde van muriendo cada uno de ellos hasta que se reduce a su mínima expresión. La diferencia es que no se asesinan entre ellos como lo hicieron en Battle Royale, ni los mata psicópatas, criaturas o animales salvajes, sino los propios dioses. Y lo hace de la manera más infantil y absurda posible. Y es ahí donde entra lo extraño.
No es ajeno para Miike usar imágenes infantiles o incluso tontas en su cine, ya lo ha hecho en los ojos saltones y comedia tonta de Bird people from china; o la pelea de gallos estilo Matrix en The City of Lost Souls; o en el anciano decrépito que se quita las ropas y resulta ser un enorme fisiculturista en Ichi the killer.
Lo que ataca—por así decirlo—a los jóvenes son juegos infantiles, imágenes tiernas de la mitología y cultura japonesa como darumasan ga koronda que conocemos como “Un, dos, tres, chocolate inglés” que consiste en que uno de los jugadores se vuelve contra una pared y el resto se coloca detrás de él a varios metros de distancia. El primero canta, mientras los demás participantes se acercan rápidamente y paran cuando ésta acaba. El que la paga se gira rápidamente y si pilla a alguien en movimiento, éste deberá retroceder hasta la línea de salida. Entonces, vuelve a cantar la canción y así sucesivamente. En el caso de As the Gods Will el castigo de hallarlos en movimiento es simple: la muerte. Así hasta terminar el juego. Sólo debe haber un sobreviviente. Y el que gane participa en otro juego, así pasa de darumasan ga koronda al Maneki neko, Kokeshi, Shirokuma y por último Matrioska o patear la lata. En cada juego el que pierda, muere. Es lo bonito del asunto.
Se menciona en la película que a nivel mundial está ocurriendo en varias escuelas, los jóvenes están siendo obligados a jugar. Vemos la versión japonesa de los juegos, pero ya me los imagino jugando El juego de la oca, encantados, quemados, saltando la burra o Doña Blanca. Je, sería gracioso.
Basado en el manga de nombre Kami-sama no Iu Toori (神さまの言うとおり) escrito por Muneyuki Kaneshiro e ilustrado por Akeji Fujimura, de cinco volúmenes que vendió más de 1.5 millones de copias. Publicado entre el 2011 y 2012; y que le valió una segunda parte Kami-sama no Iu Toori ni, la cual se empezó a publicar en el 2013 y hasta la fecha lleva 11 volúmenes y contando.
Takashi Miike nos trae el live action movie que aunque no he leído el manga, debo decir que no le pide nada ya que sus escenas son magníficas. No escasea en la tensión, en la sangre, en la estética y en el entretenimiento. Quizá no sea de una trama muy compleja o de personajes muy extravagantes como en varias de sus películas anteriores, pero sí posee violentas escenas cuidadosamente filmadas. Con zonas de indeterminación tan maravillosos que llegan a ser agresivas sin llegar a verse. Muy entretenidas y con alta dosis de diversión.
Algo que me encantó de esta película—y de hecho es recurrente en el cine asiático, en especial de Japón—es que se van directo al grano. No pierden el tiempo narrando justificaciones o lo previo a la historia. Me explico: en el cine de occidente están acostumbrados a contarnos la vida de los protagonistas, su entorno social, sus problemas psicológicos, y relaciones, bla bla bla. Tardan en meterse a la historia. A veces pierden mucho tiempo en convencer a los demás de que están metidos en un problema y cuando ya empieza lo interesante, cuando ya les creen que el fantasmas está ahí o que el asesino los anda bsucando, etc. ya trascurrió casi una hora de película y todo se resuelve en los últimos 20, máximo 30 minutos. En cambio en Asia todo pasa rápido. Empieza la historia y de golpe ya estamos dentro de ella. Si hay algo sobrenatural no tienen que convencer a nadie y la narración fluye durante toda la película. Se saltan las justificaciones, la lógica, los puntos dramáticos, todo por el bien de contar una película entretenida y mágica. Y es que el cine es mágico, no es real. Para realidades me salgo a la calle y eso es más deprimente que otra cosa.
As the Gods Will entra de golpe. Empieza con una ligera—muy ligera—introducción del tedio de sus protagonistas en el que piensan al unísono: “Dios, mi vida es un aburrimiento. Dime, ¿Para qué vivimos?”. Corte a: están jugando darumasan ga koronda y ya hay varios cadáveres esparcidos. De ahí a lo que sigue.
Con una estética muy cuidada, excelentes efectos digitales, locaciones preciosistas, y sangre a chorros pasa de la tensión, al drama, al romance, a la indignación sin dejar nunca de ser una grandiosa película de entretenimiento mal sano pero divertido.
Es verdad que tiene películas más severas, con imágenes más extrañas y agresivas con una lógica extravagante y extremadamente originales, pero As the Gods Will cumple y lo hace de una forma excelsa. Para los que no han visto el cine de Takashi Miike es un buen acercamiento antes de pasar a sus películas más salvajes y despiadadas. Para los que conocen al Miike brutal quizá sientan que le faltaron más vísceras, pero aún así les encantará.
Una buena notica es que al parecer ya están filmando la segunda parte o por lo menos está en pre-producción. Así que por aquí estaremos esperándola.


Título original: Kamisama no Iu Toori
Nacionalidad: Japón| Año: 2014
Director: Takashi Miike
Guión: Hiroyuki Yatsu.
Intérpretes: Fukushi Sota, Kamiki Ryunosuke, Sometani Shota, Hirona Yamazaki, Mio Yuki.
Argumento: Un grupo de estudiantes de bachiller son forzados a jugar un juego de la muerte sin saber quién, por qué o cómo.



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