Takashi Miike es
bien conocido por su cine bizarro, controversial y gráfico con escenas que van
desde sexo zoofílico; asesinatos con dardos soplados desde una vagina
menstruando; un bully raspándole el
excremento a un pobre tipo de su escuela; un colegial golpeando a su mamá desquitándose
porque a él lo golpean mientras los demás miembros de su casa lo permiten; un
hombre rebanado desde la cabeza hasta la ingle; película de zombies musical con
animaciones de 24 cuadros por segundos; etcétera.
Es un director
prolífico—de 1992 al 2002 realizó unas 25 cintas—que lleva más de 90 películas
en su haber las cuales todas tienen algo polémico y extraño, que causa
aberración o gusto por igual. Su cine no es para todos, , como anécdota está el
haber participado en la serie de Televisión Masters
of Horror a lado de directores como Joe Dante, Darío Argento, Don
Coscarelli, Tobe Hooper, Stuart Gordon, John Carpenter, entre otros. En dicha
serie les dieron libertad creativa y ligeras restricciones de contenido sexual
y violento—no desnudos frontales y no violencia relacionada con niños, fuera de
eso todo lo que quisieran—. Miike realizó “Imprint”,
basada en un cuento tradicional japonés, “Bokkee Kyotee”, por Shimako Iwai. Incluyó
representaciones gráficas de violencia, tortura femenina, fetos abortados que
él consideraba “suave” y “socialmente aceptable”, que estaba entre la libertad
y los cánones de violencia admisibles para la audiencia occidental. Empero
cuando mostró el capítulo a Mike Garris, creador y productor de la serie,
consideró que era demasiado perturbador para salir al aire. Fue el único de la
serie que no se transmitió en Estados Unidos. Garris mencionó que el episodio
era “asombroso pero muy difícil, incluso para mí, de ver… definitivamente el
filme más inquietante que he visto”.
[Cabe
mencionar que no llamaron a Miike para la segunda temporada.]
Con
eso no es difícil imaginar qué clase de cine realiza—o quizá sí lo es. Mike
Garris no pudo imaginarlo—. Prefiere filmar en Japón donde tiene total y
absoluta libertad y los estándares de violencia y sexo son menos exigentes para
lo que él filma. Hace cine de terror duro japonés y es brillante en eso. Lo
adoramos y cada película que sale al año con su nombre nos hace girar a verla y
no nos decepciona.
En
esta ocasión As the Gods Will no es la excepción—no conozco el nombre en español,
ni siquiera sé si será estrenada en países de habla hispana.
Para
reseñar As the Gods Will
podría decir que es una película de survival,
más parecida a Battle Royale que a Backcountry. Sus protagonistas—jóvenes
estudiantes de bachiller—participan en un juego mortal donde van muriendo cada
uno de ellos hasta que se reduce a su mínima expresión. La diferencia es que no
se asesinan entre ellos como lo hicieron en Battle
Royale, ni los mata psicópatas, criaturas o animales salvajes, sino los
propios dioses. Y lo hace de la manera más infantil y absurda posible. Y es ahí
donde entra lo extraño.
No es ajeno para Miike usar
imágenes infantiles o incluso tontas en su cine, ya lo ha hecho en los ojos
saltones y comedia tonta de Bird people
from china; o la pelea de gallos estilo Matrix
en The City of Lost Souls; o en
el anciano decrépito que se quita las ropas y resulta ser un enorme
fisiculturista en Ichi the killer.
Lo
que ataca—por así decirlo—a los jóvenes son juegos infantiles, imágenes tiernas
de la mitología y cultura japonesa como darumasan
ga koronda que conocemos como “Un, dos, tres, chocolate inglés” que consiste
en que uno de los jugadores se vuelve contra una pared y
el resto se coloca detrás de él a varios metros de distancia. El primero canta,
mientras los demás participantes se acercan rápidamente y paran cuando ésta
acaba. El que la paga se gira rápidamente y si pilla a alguien en movimiento,
éste deberá retroceder hasta la línea de salida. Entonces, vuelve a cantar la
canción y así sucesivamente. En el caso de As the Gods Will el castigo de hallarlos en movimiento es simple:
la muerte. Así hasta terminar el juego. Sólo debe haber un sobreviviente. Y el
que gane participa en otro juego, así pasa de darumasan ga koronda al Maneki
neko, Kokeshi, Shirokuma y por
último Matrioska o patear la lata. En cada juego el que
pierda, muere. Es lo bonito del asunto.
Se
menciona en la película que a nivel mundial está ocurriendo en varias escuelas,
los jóvenes están siendo obligados a jugar. Vemos la versión japonesa de los
juegos, pero ya me los imagino jugando El
juego de la oca, encantados, quemados,
saltando la burra o Doña Blanca. Je, sería gracioso.
Basado
en el manga de nombre Kami-sama no Iu
Toori (神さまの言うとおり)
escrito por Muneyuki Kaneshiro e ilustrado por Akeji Fujimura, de cinco
volúmenes que vendió más de 1.5 millones de copias. Publicado entre el 2011 y
2012; y que le valió una segunda parte Kami-sama
no Iu Toori ni, la cual se empezó a publicar en el 2013 y hasta la fecha
lleva 11 volúmenes y contando.
Takashi
Miike nos trae el live action movie
que aunque no he leído el manga, debo decir que no le pide nada ya que sus
escenas son magníficas. No escasea en la tensión, en la sangre, en la estética
y en el entretenimiento. Quizá no sea de una trama muy compleja o de personajes
muy extravagantes como en varias de sus películas anteriores, pero sí posee
violentas escenas cuidadosamente filmadas. Con zonas de indeterminación tan
maravillosos que llegan a ser agresivas sin llegar a verse. Muy entretenidas y
con alta dosis de diversión.
Algo que me
encantó de esta película—y de hecho es recurrente en el cine asiático, en
especial de Japón—es que se van directo al grano. No pierden el tiempo narrando
justificaciones o lo previo a la historia. Me explico: en el cine de occidente
están acostumbrados a contarnos la vida de los protagonistas, su entorno
social, sus problemas psicológicos, y relaciones, bla bla bla. Tardan en
meterse a la historia. A veces pierden mucho tiempo en convencer a los demás de
que están metidos en un problema y cuando ya empieza lo interesante, cuando ya
les creen que el fantasmas está ahí o que el asesino los anda bsucando, etc. ya
trascurrió casi una hora de película y todo se resuelve en los últimos 20,
máximo 30 minutos. En cambio en Asia todo pasa rápido. Empieza la historia y de
golpe ya estamos dentro de ella. Si hay algo sobrenatural no tienen que
convencer a nadie y la narración fluye durante toda la película. Se saltan las
justificaciones, la lógica, los puntos dramáticos, todo por el bien de contar
una película entretenida y mágica. Y es que el cine es mágico, no es real. Para
realidades me salgo a la calle y eso es más deprimente que otra cosa.
As the Gods Will entra de golpe. Empieza con una ligera—muy
ligera—introducción del tedio de sus protagonistas en el que piensan al
unísono: “Dios, mi vida es un
aburrimiento. Dime, ¿Para qué vivimos?”. Corte a: están jugando darumasan ga
koronda y ya hay varios
cadáveres esparcidos. De ahí a lo que sigue.
Con
una estética muy cuidada, excelentes efectos digitales, locaciones
preciosistas, y sangre a chorros pasa de la tensión, al drama, al romance, a la
indignación sin dejar nunca de ser una grandiosa película de entretenimiento
mal sano pero divertido.
Es
verdad que tiene películas más severas, con imágenes más extrañas y agresivas
con una lógica extravagante y extremadamente originales, pero As the Gods Will cumple y lo hace de una
forma excelsa. Para los que no
han visto el cine de Takashi Miike es un buen acercamiento antes de pasar a sus
películas más salvajes y despiadadas. Para los que conocen al Miike brutal
quizá sientan que le faltaron más vísceras, pero aún así les encantará.
Una
buena notica es que al parecer ya están filmando la segunda parte o por lo
menos está en pre-producción. Así que por aquí estaremos esperándola.
Título original: Kamisama no Iu Toori
Nacionalidad: Japón|
Año: 2014
Director: Takashi
Miike
Guión: Hiroyuki
Yatsu.
Intérpretes: Fukushi
Sota, Kamiki Ryunosuke, Sometani Shota, Hirona Yamazaki, Mio Yuki.
Argumento: Un grupo
de estudiantes de bachiller son forzados a jugar un juego de la muerte sin
saber quién, por qué o cómo.
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