lunes, 19 de noviembre de 2012

Mis personajes. Parte 2



Bueno, hoy quiero hablar de mis personajes masculinos: usualmente tienen problemas psicológicos de algún tipo o están enfermos de alguna manera. Para ello me basó mucho en el Manual Merck[1]. Este libro lo conozco porque mis padres, ambos, son médicos y ha sido un libro que siempre se ha mantenido en la casa y se actualiza. Cada año adquirían la nueva edición para estar siempre actualizados con respecto a lo que medicina se refiere. Siempre me gustó porque enlista las enfermedades de todos los tipos, síntomas, tratamientos y cualquier información necesaria por mínima que sea para curarla. Desde niño siempre me ha interesado y gustado la medicina, incluso llegué a pensar ser médico—pero me gustó más el arte—. Y mis padres me contaban y explicaban cómo funcionaban las cosas. Uno de los recuerdos que tengo de mi padre era cuando veíamos documentales de operaciones quirúrgicas en tiempo real. O sea veíamos cirugías completas de dos o hasta tres horas de duración mientras me las iba explicando. Por eso conozco el Merck y me baso en él para crear mis personajes.
Me apasionan las personas enfermas de algún tipo, son más interesantes—literariamente hablando. No me gustan los personajes a los que todo les sale bien, los triunfadores, los sanos, los que todo mundo quiere. Me gustan los perdedores, los enfermos, los que tienen todo para perder y aún así siguen luchando. Sin embargo no todos mis personajes están enfermos físicamente—pero varios de ellos—tienen algo psicológico, o psiquiátrico que los está molestando. Y especialmente los más afectados son los personajes masculino.
Personajes como Franz Kafka, si bien él no es un personaje original creado por mí, más bien es real y existió en la Praga del siglo pasado, leí todo lo necesario sobre su vida y obra para poder escribir sobre él. Tenía problemas psicológicos: la presión del padre era muy fuerte, su complejo de inferioridad, su desprecio hacia sí mismo, el miedo latente, la soledad extrema. Todo esos elementos son los que tienen en común con mis protagonistas, y al gustarme su obra, me gustó la idea de utilizarlo como parte de mis historias y me arriesgué a hacerlo, hablar de alguien real que tuvo sangre y carne.
En otros me baso en amistades o en referencias médicas de algunos pacientes. O a veces al leer el Merck y conozco una nueva enfermedad me gusta y me imagino al personaje que la tiene y escribo una historia sobre esa persona con ese malestar y cómo podría valerse estando en situaciones extraordinarias como por ejemplo en Evidencia hikikomori, donde el personaje es paranoico con grados de esquizofrenia que se encierra voluntariamente en su habitación por espacio de tres años.
En la mayoría de las veces mis personajes masculinos son solitarios, la locura les afecta de algún modo, tienen malestares físicos pero de algún modo deseo hacerlos carismáticos o por lo menos queribles. Que no se sienta compasión por ellos ni lástima, sino cariño y agrado. Que s eles comprenda y que el lector esté a su lado todo el tiempo deseando darles la mano de alguna manera.
Algunos son muy miserables y parece que nunca saldrán bien librados, los hay que sufren todo el tiempo y lo mejor que podría sucederles es que se mueran, peor aún así no los mato. Y los hay que sí sobresalen, logran triunfar a pesar de sus dependencias y los hay los que si bien no logran sobrevivir o superarse o salir del hoyo en el que están metidos, logran hacer algo por alguien y sacrificarse en vida—aunque no necesariamente sea un sacrificio físico, sino mental y/o psicológico—por alguien que, para ellos, vale mucho. A veces es una niña, una adolescente o una mujer adulta igual de enferma que ellos; pero usualmente es una mujer, como en el caso de :0 donde el sacrificio viene hacia Didier, una adolescente. O en Kurumotsu en el cual es sacrificio es hacia Megumi, una niña. O en Insectos, el sacrificio es de Luca hacia Itsuki.
Mis personajes masculinos quizá estén enfermos de alguna manera, dañados psicológicamente o hasta psiquiátricamente, débiles, cobardes, perdidos, derrotados e incluso odiados por el destino o Dios, pero son queribles, benévolos, aman y hacer todo lo que está en sus manos por alguien más que consideran que lo valen.



[1] El manual Merck de diagnóstico y terapia (en inglés Merck Manual of Diagnosis and Therapy), a menudo denominado simplemente manual de Merck es el libro de texto médico más vendido del mundo. Se publicó por primera vez en 1899, y actualmente va por la 18ª edición (2006).

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