miércoles, 25 de septiembre de 2013

Los que caminan por la tierra



     Para ser una civilización moderna somos una paradoja. Nuestro modo de vida es un eterno sarcasmo. Tenemos los aparatos más modernos, una forma de comunicación más inmediata. Las distancias ya no existen, se menciona la aldea global porque se postea algo y en segundos en cualquier del mundo se lee. Las fronteras dejaron de existir hace décadas. Pero lo realmente sórdido es que, a pesar de nuestra ultramodernidad, en comparación con las civilizaciones antiguas, somos desechables e invisibles; porque no importa qué tan innovadores o modernos somos, eso mismo nos limita en espacio y tiempo y no permite que nuestra civilización deje huella. Las expresiones y narraciones actuales son efímeras y con un límite de vida tan escaso que si algo sucediera. Si por alguna razón, esta civilización se extinguiera como se extinguió la civilización prehispánica, no habría manera de que, aquellos seres del futuro, o incluso de otros mundos, que llegaran a ver nuestros restos, pudiera entender qué éramos o nuestra cultura porque no habría forma de que la leyeran. Todo es virtual, los diarios impresos son obsoletos, el blog impera, la información está en la nube. Se apaga la computadora y no queda nada. Muy diferente a los códices o grabados en piedra. ¿Cómo podrían leer un archivo .doc? ¿O ver cualquier muro o biografía del facebook? ¿O escuchar un mp3, ver un diario en vídeo .avi, .mkv, .mov? No hay forma, podríamos desaparecer y tornarnos invisibles por nuestra misma modernidad, pero en cambio siempre sabrá quiénes son los fenicios, los toltecas, los romanos, y según la actualidad nosotros somos la cultura con más progreso e importancia.

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