lunes, 22 de octubre de 2012

Mis influencias parte 2 (Simak)



     Otro autor que influyó sobre mí—y principalmente en el apartado del estilo narrativo—más que en los temas, fue Clifford Donald Simak (Millville, Wisconsin, 1904 - Mineápolis, Minnesota, 1988), periodista y escritor estadounidense. A él se deben dos de las obras más significativas del género: Ciudad (1952), con la cual obtuvo el premio Internacional Fantasy y Estación de tránsito (1963), con la que obtuvo un Premio Hugo[1] a la mejor novela en 1964.
     Yo lo conocí desde adolescente con el relato El mundo del sol rojo (1935) y la novela Los hijos de nuestros hijos (1973) donde se habla de viajes en el tiempo, en ambas. Y aunque siempre me han gustado las historias de viajes en el tiempo—y eso puede apreciarse notablemente en mi cuento Flujo temporal en la pálida luz de la luna de agosto, no me inspiré en Simak para mis historias de viajes temporales, sino en el estilo narrativo.
     El primer acercamiento a ese estilo fue gracias a Isaac Asimov con el compendio de relatos La Edad de oro de la ciencia ficción I colección Super Ficción de la editorial Martínez Roca. Ahí Asimov hace una selección de los cuentos que le gustaron mucho desde niño y que le sirvieron de inspiración para sus propios cuentos. Fue ahí donde conocí El mundo del sol rojo, y fue ahí donde me di cuenta de la importancia de la narración ágil para con el lector.
     En ese libro, Asimov explica qué le gustó del cuento, sus experiencias personales y anécdotas interesantes con los autores de los mismos. Y una de las anécdotas que narra fue que cuando conoció a Simak y le dio a leer algunos de sus cuentos, Clifford le dijo que si bien eran buenos su redacción era muy tosca, con un lenguaje muy elevado y cansado. Que como autor debía leer para todo público. Y que uno como escritor desea ser leído por cualquier gente sin importar la labor que ejerza, por lo tanto el lenguaje debe ser lo más ameno posible. Ágil, interesante. Dicho comentario le impactó tanto a Asimov que se puede sentir un antes y después de Simak en su vida. Se nota tangiblemente la mejoría que hizo Asimov en sus escritos. Y esa agilidad narrativa está de manera tangible en las obras de Simak. Lo entendí perfectamente en la lectura de El mundo del sol rojo ya que es un cuento que se lee de una sentada, se degusta exquisitamente la manera en que está escrito y apasiona leer algo así. La segunda historia que le leí a Simak fue Los hijos de nuestros hijos y se confirmó el estilo.
     Por lo que Simak fue mi gran inspiración para con mi estilo narrativo. La idea me quedó latente: el escritor debe escribir para la gente. Repudio a los escritores que redactan frases complejas, con palabras elevadas cuyo significado no todos conocen y hay que recurrir al diccionario para entender la obra. Esos escritores son ególatras, sólo quieren demostrar lo que saben. Me aburren. Yo escribo para todo mundo, quiero que me lea el carnicero de la esquina y el contador de mi universidad; el profesor de física y político en turno.
     Así que cuando una amiga—Karen—me dijo que empezó a leer K. una tarde y sin darse cuenta ya la había terminado y estaba amaneciendo; no voy a mentirles, me sentí orgulloso.



[1] Los premios Hugo son unos premios otorgados a las mejores obras literarias de ciencia ficción o fantasía.

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