viernes, 5 de septiembre de 2014

The Mill and The Cross



Una vez caminaba por Venencia hacia la Piazza San Marcos. El recorrido no era largo desde el hotel donde me hospedaba cerca de la estación Santa Lucía, pero sus calles laberínticas, los escalones, puentes, el tráfico de la gente en diminutos espacios y el penetrante sol que me caía encima me agotaba cada vez más y más.
Unos pocos metros antes de llegar a la piazza me topé en el Campo S. Zulian una iglesia (la cual no recuerdo su nombre) y entré a descansar, sólo eso.
En ese momento no ofrecían misa pero sí había horario para hacerlo, lo que vi llamó mi atención y me gustó demasiado que me quedé ahí un buen rato—por varios minutos—antes de ir a San Marcos. Era simple: no podía despegarme de las imágenes.
La iglesia estaba cubierta con oscuridad envolvente, sólo algunos pequeños faroles instalados en lugares estratégicos. Lo primero que se oía era música clásica melodiosa en perfecto volumen, lo suficiente para disfrutarla y deleitarse. A las esquinas, había televisores en HD de de 42 ó 49 pulgadas. Dos en la pared izquierda, dos más en la pared derecha y al frente dos pantallas, una del lado izquierdo del alatar y la otra del lado derecho. En dichas pantallas se proyectaban imágenes.
Lo que se reproducía era la misma película, The Mill and The Cross (2011) de Lech Majewski. Pero en cada TV o pantalla eran secuencias distintas que se transmitían repetidamente o loop con audio a volumen bajo que no opacara o fuera apagado por la música clásica.
El ambiente, las imágenes y la atmósfera renacentista de lo que es Venencia rodeaba todo mi ser y a pesar de los aparatos electrónicos, de la modernidad y del año en que vivía, por un momento sentí que había viajado en el tiempo.
Es uno de los mejores recuerdos y de las vistas más bellas que he visto de Europa.
Aquí les dejo un trailer de la película para cmo muestra, a ver qué les parece.

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