sábado, 23 de febrero de 2013

Claudio Ignacio Sarmiento Rodríguez. 5.





 Siempre fue el niño del salón que se sentaba en la última fila y nadie reconocía en la calle. A veces se acercaba a sus compañeros de grupo cuando estaban reunidos diciendo chistes y riéndose de las bromas. Pero después de permanecer parado a su lado, sin que nadie lo tomara en cuenta o pudiera ni siquiera participar con un chiste gracioso, por más que lo intentaba, se retiraba a sentarse solo en el salón esperando a que el recreo de la clase terminara. O a veces en esa media hora que otorgaban a los juegos como receso entre clase y clase, era el único niño en las bancas de la biblioteca donde un hombre de edad avanzada lo saludaba todos los días y lo dejaba entrar a los estantes a que leyera el libro que más quisiera.

Los maestros nunca se aprendieron su nombre y en varias ocasiones trataba de hacerles pláticas antes de que comenzara la clase y los profesores sólo movían la cabeza asintiendo tratando de aparentar que estaban interesados.

No escribía, ni componía música, ni intentó pintar un trazo, o bailar en la soledad de su recámara, pero siempre consideró que tenía el alma de un artista.

El arte era lo que más disfrutaba y odiaba que sus manos fueran tan torpes que le impedían crear incluso un tipo vulgar de arte.

Cuando creció y trabajó en la ferretería de su padre y a veces lo estafaban en una mala venta que hacía o era llamado cobarde por los jóvenes de 12 años que entraban a robar en la noche antes de que cerrara el establecimiento; conservó un gran porcentaje del dinero ganado en esos años de trabajo, en una cuenta en el banco con deseos de algún día, pagar de su propio bolsillo el financiamiento de la obra de algún artista que lo maravillara. Podía ser la impresión de un libro, la exposición de una pintura, el mármol de una escultura gigantesca o la producción de una película; sintiendo así que su participación había sido importante para la historia del arte, tal vez de la humanidad.

Hoy todavía trabaja en la ferretería, ya tiene 78 años y el dinero acumulado aún espera ser otorgado a un artista mientras sus sobrinos desean que muera para apoderarse de él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario