Era una mujer trascendental en la institución cultural más
importante de México, le presentaron a Augusto Monterroso y le dijo todo lo que
lo admiraba.
—Ah, entonces conoce mi cuento "El dinosaurio",
¿Qué le parece?
—Aún no lo termino—dijo ella—pero me está gustando
muchísimo.
De hecho no es un cuento, es una anécdota. Esto realmente sucedió, me lo platicó alguien que estuvo en esa reunión. Me dijeron el nombre de la mujer pero la verdad ya no lo recuerdo. O no lo digo para no herir susceptibilidades.
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